Al oír, leer o conversar en torno a una idea o concepto suelen surgir diversas nociones de este relativas a su definición y sus implicaciones derivadas de los contextos, saberes y experiencias particulares de cada individuo: esto ocurre frecuentemente en el ámbito educativo ya que, en ocasiones, se utilizan varias palabras para designar determinado elemento o componente, o se dan múltiples caracterizaciones a un término.
Cuando conversamos con otros que tienen acepciones diferentes de las propias, suelen surgir un sinfín de cuestionamientos que llevan a múltiples respuestas sustentadas en determinada concepción.
También se muestran solo algunas preguntas que surgen en nosotros, los profesionales de la educación, al afrontar la tarea de verbalizar qué es, qué contiene y cuál es el propósito de la evaluación educativa en su concepción más amplia.
Pero no son las únicas, podrían sumarse otras: ¿a quién se aplica?, ¿cómo?, ¿en qué momento?, ¿quién la lleva a cabo?, ¿cuál es la utilidad de los resultados?, ¿estos reflejan solo el desempeño de los alumnos?, ¿a quiénes afecta?, por mencionar algunas.